El 16 de marzo de 2017, alrededor de las 14:20 horas, mi padre, el maestro Albino Quiroz Sandoval de 71 años de edad, salió de su domicilio en el centro de Tepoztlán, Morelos, para ir a la ferretería, pero jamás regresó. Ese día, cerca de las 19:30 horas, una de mis hermanas encontró el vehículo de mi padre estacionado en la esquina de las calles de Galeana y Águila, en el Barrio de la Santísima. Diez días después, el 26 de marzo, la Fiscalía General de Morelos detuvo a una persona a quien imputó por la probable privación ilegal de la libertad del maestro Albino Quiroz. A partir de ese momento inició un largo proceso judicial para tratar de obtener justicia. El juicio oral dio inició el pasado 6 de marzo y podría terminar este miércoles 13 de marzo de 2019.
Los hechos
En diciembre de 2016, un abogado, expolicía y experto en artes marciales, había pedido dinero prestado a mi padre porque decía tener una hija al borde de la muerte en el hospital. Mi madre fue testigo de dichas peticiones en tres ocasiones. Este abogado, quien ahora es procesado por el secuestro de mi padre, ya había usado la historia de su hija enferma para defraudar a otras personas de la tercera edad en Tepoztlán durante al menos dos años. En una ocasión, el imputado amenazó de muerte y con desaparecer a los familiares de una de las personas que defraudó si insistía en cobrar el dinero que le había prestado. Esta amenaza sucedió a plena luz del día y en la vía pública en el centro de Tepoztlán, justamente cuatro días antes de la desaparición de mi padre. Como ocurrió con otras víctimas, es probable que mi padre le hubiera prestado el dinero inicialmente con la intención de ayudar a su hija.
El 16 de marzo de 2017, ante la falta de pago, mi padre trató de recuperar su dinero. Alrededor de las 14:30 horas llegó a la oficina del imputado, en la esquina de Galeana y Águila, en el centro de Tepoztlán presumiblemente para solicitarle su dinero, y lo hizo a plena luz del día en un local abierto a la vía pública, de tal suerte que testigos confirman haber visto llegar a mi padre a ese lugar y estacionar su auto enfrente.
Una vez dentro de la oficina, el abogado y exdirector de Asuntos Internos de la Policía de Tepoztlán, agredió a mi padre aprovechando su ventaja física y técnica. Hubo testigos que declararon que el imputado golpeó en varias ocasiones a mi padre en el interior del local; incluso uno de ellos trató de intervenir, pero el abogado lo amenazó gritándole “lárgate o también te toca”. En un momento de descuido, cuando mi padre intentaba arreglar su ropa, el acusado dio un golpe fulminante a mi padre en la quijada haciéndolo perder el conocimiento; acto seguido cerró la cortina metálica de su negocio con mi padre adentro. Ese fue el último instante en que alguien vio a mi padre con vida.
La policía de Tepoztlán
Minutos después de la agresión contra mi padre, un testigo alertó a las autoridades municipales de seguridad y pidió que enviaran ayuda. Mi padre aún se encontraba en la oficina del abogado. La policía de Tepoztlán hizo caso omiso del aviso, a pesar de que varios agentes escucharon la alerta a través del sistema de comunicación de la corporación.
De haber atendido el llamado, es posible que hoy mi padre estuviera con nosotros. Han pasado ya dos años de su desaparición sin que nadie aporte una pista de su paradero.
En busca de justicia
Pese a todo lo anterior, hoy la familia del maestro Albino Quiroz, mi padre, no ha tenido justicia. Después de 24 largos meses de innumerables atrasos y dilaciones por parte de la defensa del imputado, este 6 de marzo apenas inició el juicio oral.
Como parte de las investigaciones se logró recabar evidencia que acredita que solo 15 minutos después de la llegada de mi padre al local, el abogado se comunicó telefónicamente con otras personas (posibles cómplices). Otras pruebas aportadas, dan cuenta de que solo unos minutos después de la agresión y desaparición de mi padre, el imputado salió del municipio de Tepoztlán en su coche seguido de otro vehículo y cruzaron el arco de seguridad de Jantetelco, Morelos, en dirección a Tepexco, Puebla, una zona conocida por la cantidad de cuerpos encontrados en los dos últimos años. Las fotografías documentan que alrededor de las 18:30 horas los dos autos volvieron a cruzar el arco de Jantetelco, ahora en dirección a Cuautla.
La Fiscalía tiene pruebas de que los dos autos son propiedad de un familiar del imputado y que en las horas posteriores a la agresión, el abogado limpió su oficina con ayuda de otras personas. No obstante las labores de limpieza, en el cateo realizado el 26 de marzo de 2017, los peritos de la Fiscalía encontraron rastros de sangre, que gracias al análisis de ADN se corroboró eran de mi padre.
Durante los últimos dos años el imputado ha mostrado carencia total de remordimiento o arrepentimiento; se ha negado a colaborar para localizar a mi padre; ha presentado testigos falsos para intentar desacreditar las pruebas; ha cambiado su testimonio en varias ocasiones, e incluso, ha tratado de responsabilizar a mi propia familia de su desaparición.
Las dudas
Pese a la valentía de los testigos para declarar en contra del abogado -un personaje temido por años en la comunidad-, y la estrategia de la defensa para desacreditar las pruebas presentadas por la Fiscalía, hoy mi familia tiene dudas sobre lo que pueda ocurrir, pues Morelos es el estado peor calificado en materia de corrupción, opacidad e impunidad. (1) La desconfianza y los números, así lo indican. De acuerdo con la encuesta ENVIPE 2018, el 90 % de los delitos no se denuncian en el estado. Las razones para no denunciar son pérdida de tiempo (30 %) y desconfianza en la autoridad (18%). (2)
No quiero dejar de señalar que aun si la sentencia fuera condenatoria en contra del abogado por el delito de secuestro, habría preguntas por responder: ¿dónde está mi papá y qué hicieron con su cuerpo? Para resolverlas, la Fiscalía de Morelos deberá seguir investigando y recuperar toda la evidencia posible para identificar a los cómplices de este crimen.
Ante este escenario, y como víctimas, pedimos a los jueces que llevan en Morelos el caso de mi padre, actuar con total transparencia y responsabilidad en la evaluación de la evidencia. La vida de Albino Quiroz Sandoval con sus 48 años dedicados a la docencia, sus familiares y seres queridos merecemos una oportunidad de justicia.
La nuestra es una tragedia compartida con miles de familias en México. Para resolver esta epidemia de desapariciones, necesitamos justicia y verdad en todos y cada uno de los casos.
(1) Medición del coeficiente Transparencia, Anticorrupción, Impunidad Cero (TAI) de Transparencia Mexicana.
(2) Información proporcionada por Causa en Común con datos de la ENVIPE 2018.