Publicado por Animal Político
10 de abril 2019
Por: Pilar Déziga Velázquez

La policía es la institución encargada de resguardar uno de los elementos básicos que nos permite funcionar como sociedad: la seguridad. La labor del policía es una profesión de alto riesgo en cualquier parte del mundo, pero en México enfrentan algunas de las tasas de incidencia delictiva más altas y lo hacen en condiciones muy adversas. A pesar de que el país vive una crisis de inseguridad, las corporaciones policiales se encuentran en una situación de abandono institucional en sus distintas vertientes; esencialmente, capacitación, equipamiento y salarios, trípode que frágilmente se sostiene sobre un piso de abusos.

Las instituciones policiales en México han operado históricamente mediante un complejo mecanismo de lealtad, complicidad, impunidad y autonomía que han constituido su base histórica y su funcionamiento. Del catálogo de abusos, las jornadas laborales representan una de las condiciones más deplorables en las que trabajan nuestros policías y que es invisibilizada por las propias corporaciones. El caso es que los policías en México enfrentan un panorama de violencia ascendente y lo hacen con equipamiento en malas condiciones, bajos salarios, capacitación insuficiente y jornadas que rebasan las 12 y hasta las 24 horas de trabajo.

Desde luego, lo extenso de las jornadas laborales es una constante en el ámbito laboral de los mexicanos.  De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el país donde más horas se trabaja por año, en promedio 2,255 horas; es decir, unas 43 a la semana. Sin embargo, en el caso de los policías, la situación es mucho peor, pues la mayoría trabaja por lo menos 70 horas semanales.

Ciertamente, las carencias institucionales impactan en el desempeño de los elementos y en consecuencia en la seguridad que brindan a los ciudadanos. Los principales problemas asociados a las jornadas laborales son: la carencia de regulación, la sistematización de los diversos niveles de abuso y las implicaciones negativas en la salud física y mental de los policías. Todo esto conlleva un desempeño deficiente y mayores riesgos para ellos y para la sociedad.

Sobre la regulación, en México no hay ninguna ley que norme los criterios básicos para definir las jornadas laborales de los policías. Esta falta de regulación asume que la heterogeneidad del país y las disparidades en necesidades y recursos, justifican, en un sentido amplio, una libertad auto-regulatoria y, en su interpretación más perniciosa, un espacio para la discrecionalidad y el abuso. En el caso de las jornadas laborales, la ausencia de regulación ha producido dos condiciones: primero, que existan jornadas demasiado extensas, y segundo, que las jornadas no sean respetadas, la mayoría de las veces sin justificación.

Para conocer los efectos de los abusos institucionales desde la voz de los policías, se emplearon datos de la Encuesta “¿Qué piensa la policía?”, elaborada por Causa en Común, así como de grupos de enfoque con policías y entrevistas con funcionarios de seguridad pública, también realizados por la organización.

De los resultados obtenidos, se identificaron tres problemas recurrentes:

1. Las jornadas laborales de los policías son excesivamente largas. La jornada de 24 x 24 es la más replicada por las corporaciones en el país (34%).  El problema se concentra en el sur y sureste del país, donde predomina ese esquema de trabajo, como se muestra en el mapa a continuación:

2. Las   jornadas laborales de los policías casi siempre se extienden. Sólo el 8% de los policías sale a la hora que le corresponde. Del conjunto de estados con jornadas de 12 horas, 95% de los policías encuestados aseguró que su jornada formal no se cumple, mientras que, en el grupo de estados con jornadas de 24 horas, el 91% mencionó que su jornada no se respeta.

En los estados con jornadas de 12 horas, se suman en promedio 4.64 horas mientras que, en los estados con esquemas laborales de 24 horas, los policías deben sumar 8.87 horas a su jornada. Por lo tanto, mientras más extensa es la jornada, más horas se suman.

3. Las jornadas laborales fomentan incertidumbre ya que, por parte de las corporaciones estatales, existen en promedio seis esquemas laborales distintos.

De acuerdo con la Encuesta “¿Qué piensa la policía?”, las llamadas “necesidades del servicio” son el principal motivo por el que los policías en México deben sumar, por lo menos, lo equivalente a una tercera parte de su jornada al día.

Hay casos en que se sanciona con horas adicionales a la jornada laboral. La práctica del arresto, además de ser una tradición del ámbito castrense, representa una característica de un modelo policial anticuado.

La carencia de un marco regulatorio favorece situaciones de discrecionalidad y arbitrariedad en el manejo de los horarios de trabajo de los policías, lo que da cabida a los arcaicos razonamientos del “mal necesario” pues, como afirman algunos secretarios de seguridad y directores de policía, la falta de personal y la incidencia delictiva del país, hacen imposible establecer jornadas menores.

Además del número de horas, increíblemente se olvida que el trabajo de los policías comprende riesgo, exposición física y mental, así como un nivel de estrés mayor al de cualquier otra profesión. Por lo tanto, el abuso laboral está afectando tanto la salud de los elementos, como el desempeño de las corporaciones y, consecuentemente, la seguridad pública en el país.

Por ejemplo, derivado de la irritabilidad provocada por la falta de descanso, es más frecuente que los policías hagan un uso inapropiado de fuerza; tengan más accidentes de trabajo; enfrenten mayores obstáculos para interactuar con ciudadanos, compañeros y otras corporaciones; y aumenten las probabilidades de morir en el cumplimiento del deber.

Los padecimientos observados (insomnio, cansancio, depresión, gastritis, estrés), si bien se asumen como “naturales”, en realidad suelen ser síntomas de un problema grave de salud laboral: el síndrome de “burnout”. Este síndrome comienza con niveles prolongados de estrés laboral que produce tensión, irritabilidad, ansiedad y fatiga, hasta que el trabajador se convierte en una persona enfermiza, apática, ausente, desmotivada, cínica, ineficiente y depresiva. En casos extremos, la tensión llega a generar problemas psicológicos o psiquiátricos y, consecuentemente, ausentismo, adicciones, incapacidades o muertes, principalmente por accidentes en el trabajo. Estas consecuencias han sido observadas en todas las corporaciones del país.

Con la finalidad de revertir las actuales condiciones y transitar hacia un modelo policial profesional se debe:

Ejecutar acciones para cada etapa del desarrollo policial.

1. En el caso del reclutamiento, se tienen que considerar las diferentes condiciones de cada estado en cuanto a:

  • Incidencia delictiva
  • Condiciones geográficas
  • Urbanización
  • Capacidades de las Academias y Centros de Control de Confianza
  • Perfiles de puesto diseñados con base en la estrategia de seguridad
  • Cumplir la escala jerárquica para garantizar un plan de vida y la carrera policial

2. En la formación Inicial, se requiere poner en marcha un programa de reforzamiento de todas las academias del país para estar en condiciones de realizar actividades específicamente diseñadas para evitar padecimientos asociados al síndrome de “burnout”.

3. Respecto de la carrera policial, es de suma importancia que se consideren incrementos salariales y de prestaciones, así como fortalecer los programas de profesionalización, para que los policías estén en condiciones de ser evaluados.

Realizar modificaciones legales

4. Reformar la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública para establecer, a nivel nacional, jornadas laborales de 8 horas de trabajo, con un máximo de 12 horas por jornada.

5. Definir la cantidad de horas mínimas y máximas que se puedan trabajar a la semana, contemplando pago por horas extras para mejorar la eficiencia en las dinámicas laborales y evitar jornadas largas con baja productividad.

6. Especificar el concepto de “abuso”, considerando que las jornadas no sean superiores a las 12 horas continuas; que ningún policía trabaje más de 72 horas semanales repartidos en seis días laborales; que la rotación del personal permita que cada elemento cuente con el tiempo de descanso necesario entre cada jornada; que el número de jornadas nocturnas de cada elemento sea menor que el número de jornadas diurnas; y que todos los elementos tengan los mismos días festivos y vacacionales en servicio, de manera que los mandos no ocupen la asignación de estos días como medio de castigo.

7. Definir necesidades del servicio a través de un catálogo de acciones que se circunscriban a la función policial.

8. Difundir certidumbre mediante la entrega, por escrito, de las condiciones laborales que el policía esté aceptando, jornadas incluidas.

Cualquier fórmula para mejorar las jornadas laborales de nuestros policías debe incluir un incremento en el número de elementos en todo el país, el mejoramiento de las condiciones en cada etapa de la carrera policial, y con modificaciones legales que garanticen, para todos los elementos, un verdadero plan de desarrollo personal y profesional.

Sin condiciones mínimas de desarrollo institucional para sus policías, el país nunca podrá revertir la situación de creciente inseguridad en que se encuentra. No en balde, uno de los lemas de Causa en Común es “para que nos cuiden, empecemos por cuidarlos”. Vamos tarde.

* Pilar Déziga Velázquez es investigadora de @causaencomun.

 

@causaencomun